Chiapas estalló en la mañana del 1° de enero de 1994 poniendo al
desnudo todas las contradicciones del capitalismo mexicano, si no es
que mundial. Uno de los últimos reductos de la resistencia indígena en
contra de la dominación española, lugar donde floreció la cultura más
desarrollada de la América prehispánica, con una vegetación exuberante
y con una biodiversidad única sobre el planeta, Chiapas es igualmente
el lugar del más amplio desprecio contra el ser humano, y de los peores
atentados contra la dignidad y la cultura de un pueblo que mantiene
viva la memoria de su antigua grandeza y que continúa actualizando el
legado de su experiencia comunitaria y del respeto al ser humano, a
pesar de los 500 años de explotación, ultrajes y humillaciones a las
que fue sometido.
Este
pueblo olvidado, aparentemente ajeno al acontecer nacional, despertó a
la nación el 1° de enero de 1994 para prevenirla contra los efectos
nefastos de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio con
América del Norte y contra la pérdida de sus recursos naturales y
humanos más valiosos bajo el pretexto de una supuesta modernización que
no hace más que encubrir los nuevos trazos de un sistema mundial
polarizado y de una integración subordinada de los pueblos
latinoamericanos.
La historia de Chiapas está marcada por diversas luchas y conflictos en
torno a la propiedad y modos de uso de la tierra. Las expulsiones de
indígenas son tan frecuentes como las necesidades de tierras
suplementarias de los ganaderos, cafeticultores o productores de
plátano. Bajo la apariencia de conflictos religiosos, interétnicos o
simplemente como actos arbitrarios, las expulsiones confinaron a los
indígenas de Chiapas en condiciones de hacinamiento en las tierras
menos fértiles. Las respuestas han sido muchas pero casi siempre
acalladas por la fuerza de un racismo que justifica incluso la muerte y
por una legalidad en beneficio exclusivo de los poderosos. Chiapas
constituye actualmente un nudo crítico de la reestructuración mundial
capitalista. Posee las riquezas de importancia estratégica para la
reproducción global como el petróleo y para el desarrollo tecnológico
presente y futuro como las reservas de la biósfera. Posee una amplia
diversidad cultural, importante si se consideran las exigencias
variadas del mercado de trabajo y la utilidad de la diferenciación de
los códigos de comportamiento, pero también como fuente de
conocimientos sobre el entorno ambiental y sus posibilidades de uso,
susceptible de aportar elementos nuevos dentro de diferentes campos de
innovación tecnológica (biotecnología, farmacéutica, ingeniería
genética).
Chiapas
es un espacio de confrontación entre diferentes estrategias de
acumulación de capital que corresponden al choque de, por lo menos, dos
momentos tecnológicos. En este contexto, el Tratado de Libre Comercio
tiende a estimular el enfrentamiento entre las formas de uso que
podrían ser llamadas tradicionales del territorio y sus recursos
ambientales, y las nuevas, que proponen un uso distinto, y muchas veces
contrapuesto.
En Chiapas no se expresan solamente los conflictos interburgueses que
derivan de una concepción y utilización distintas de las riquezas
naturales sino también los límites mismos del desarrollo capitalista,
en la medida que es escenario de un caso extremo de explotación y de
opresión cultural y política del ser humano.
El proceso económico y social chiapaneco, por su complejidad y su
capacidad de sintetizar las contradicciones fundamentales del
capitalismo mexicano y regional, es un objeto de estudio importante
para las ciencias sociales y un espacio privilegiado de construcción de
la historia y de conversión de la utopía en posibilidad. Con la
finalidad de contribuir a desentrañar las raíces más profundas del
conflicto chiapaneco, a precisar los elementos que hacen de ese caso
particular una expresión de las contradicciones del acontecer universal
y con la ambición de incitar a un esfuerzo de reflexión colectiva en
ese mismo sentido, es que surge la revista Chiapas.