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Declaración política de la sociedad civil en su encuentro con el EZLN

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PARA EL ARCHIVO

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Nosotras y nosotros, más de 3 mil mujeres y hombres de México, de todas las edades, de todas las entidades del país, del campo y de la ciudad; de todos los oficios, artes y profesiones, de diversas orientaciones políticas e ideológicas y de variadas preferencias sexuales; individuos y representantes de un amplio abanico de más de cuatrocientas organizaciones indígenas, sindicales, campesinas, de niños de la calle, urbano populares, de mujeres, ambientalistas, de derechos humanos, estudiantiles, empresariales, religiosas y políticas, reunidos del 20 al 22 de noviembre en San Cristóbal de Las Casas con la delegación que el Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General del Ejército Zapatista de Liberación Nacional designó para el diálogo al que fue invitado por la sociedad civil, y contando con la presencia de observadores de quince países hermanos, declaramos ante la opinión pública nacional e internacional, ante el pueblo de México, ante los pueblos de América Latina y ante todos los pueblos del mundo lo siguiente:

1. Después del largo silencio del Ejército Zapatista resultado del incumplimiento de los Acuerdos de San Andrés por parte del gobierno federal y de su política de guerra, reconocemos en este diálogo una nueva muestra de la sensibilidad del EZLN hacia la sociedad civil, sensibilidad que contrasta con la cada vez más aberrante sordera del poder frente a los reclamos y los sentimientos de la nación. Los participantes hemos tenido un diálogo incluyente y plural, alejado del sectarismo y de la división; una nueva ética está dando lugar a novedosas formas de unidad y movilización. Somos parte de la sociedad civil, pero no somos toda la sociedad; sabemos que necesitamos convocar a otros, dialogar con otros. El diálogo que hemos sostenido en estos días representa una nueva oportunidad para buscar la paz, un paso en la lucha por el reconocimiento de los derechos y cultura indígenas en la vida constitucional, y un nuevo esfuerzo de la sociedad civil y el zapatismo para contribuir a encontrar una salida a la grave crisis económica, política y social en la que se ha sumido al país.

2. La transformación democrática del país no podrá alcanzarse sin garantizar una paz con justicia y dignidad. Sin embargo, en nuestro país el peligro de la guerra no se ha alejado, sino que persiste ante la generalización de las formas de violencia, la sistemática violación de los derechos humanos, la militarización y paramilitarización, particularmente de las zonas campesinas e indígenas. En estos caminos de guerra se utiliza de manera anticonstitucional a las fuerzas armadas.

Frente a la política de militarización, la sociedad civil propone e impulsa otros caminos en la búsqueda de la paz, a saber: que el ejército federal salga de las comunidades; que se libere a los presos por motivos políticos; que los desplazados tengan condiciones para retornar a sus hogares; que se presente a los desaparecidos, que se instale un tribunal contra la impunidad; que se lleve a la práctica la resistencia civil pacífica; que en la lucha por la transparencia del gasto militar, éste se reoriente hacia el impulso de políticas de generación de empleo, de desarrollo sustentable y bienestar social. En esta lucha, caminamos con estrategias de inclusión, respecto a las diferencias, democracia, diálogo.

Por todo ello, en este esfuerzo civil, hacemos un llamado a los integrantes de la Comisión de Concordia y Pacificación para que cumplan su mandato institucional democrático y concentren su energía en impulsar y defender su propia iniciativa de ley sobre derechos y cultura indígenas, coadyuvando eficazmente al proceso de paz.

Como sociedad civil somos responsables de construir un nuevo horizonte para México hacia el tercer milenio, una nueva cultura de respeto a todos los derechos humanos, de tolerancia, de inclusión de los diferentes. Hoy es imprescindible buscar la conformación de una nueva mediación entre las partes que deberá ser plural, de alta calidad moral, con carácter nacional, internacional o mixta, a fin de hacer posible el diálogo y el avance del proceso de paz. Pero sólo podrá haber diálogo cuando el gobierno federal cumpla su palabra empeñada y firmada en los Acuerdos de San Andrés Sacam’chen.

3. Que acordamos asumir a plenitud el compromiso de impulsar la Consulta Nacional a la que la sociedad civil ha convocado junto con el EZLN. La Consulta sobre la Iniciativa de Ley en torno a Derechos y Cultura Indígenas es para la sociedad civil, no un motivo de solidaridad, sino una iniciativa propia. Nos encontramos con el EZLN porque nosotros también necesitamos la Consulta para poder impulsar una verdadera transición a la democracia. Queremos vivir en un país donde quepamos todos, donde queden erradicadas todas las formas de discriminación y exclusión. Al exigir todos, indios y no indios, el respeto a los derechos específicos de los pueblos originarios de nuestras tierras, estamos sembrando la semilla no sólo para el reconocimiento, sino para el pleno ejercicio de los derechos de todas y todos los excluidos; estamos construyendo una democracia nueva en la que mujeres y hombres, niños, jóvenes y ancianos, indios y mestizos, podamos ocupar nuestro lugar y decir nuestra palabra escuchando a los demás. También hemos aceptado la propuesta de los zapatistas en el sentido de realizar una gran consulta por los derechos indígenas y contra la guerra de exterminio, porque vemos en ella una oportunidad de ejercer plenamente nuestro derecho a la consulta ciudadana como uno de los métodos más democráticos para recabar las voces del pueblo en torno a asuntos trascendentales para el destino de nuestro país.

4. Que la lucha por la paz y el reconocimiento de los derechos y cultura indígenas forma parte de la gran aspiración nacional por alcanzar una verdadera transición a la democracia, el fin de la impunidad, la justicia social y el cambio de la política económica neoliberal. El neoliberalismo es el modelo socioeconómico más deshumanizante, es una fábrica de miseria y exclusión para beneficio del gran capital transnacional y sus aliados locales, instaura la impunidad del mercado sobre las necesidades y aspiraciones de la población militarizando las decisiones y espacios ciudadanos. La acelerada expropiación y privatización de las riquezas nacionales promueve la fragmentación y desnacionalización del territorio. Su combate exige igualmente una acelerada acumulación de esfuerzos y voluntades que conduzca a la salida de la crisis y a la construcción democrática de un proyecto alternativo en el que ningún miembro, sector o pueblo de la sociedad mexicana sea desechable. Este proyecto comienza hoy por el rechazo a la conversión del Fobaproa en deuda pública o nuevos impuestos y precios de los servicios básicos. La sociedad mexicana exige hoy toda la verdad y el fin de la impunidad, sobre el 68, sobre Acteal, sobre El Charco, El Bosque y sobre el Fobaproa.

5. Que este encuentro de la sociedad civil no acaba aquí. Buscaremos que sea cada vez más amplio. Forma parte del gran movimiento por construirnos como nación independiente, soberana, libre, justa y democrática.

Este encuentro reconoce la voluntad del EZLN para seguir buscando, junto con la sociedad civil, los verdaderos caminos para la paz, y agradece a la delegación zapatista el haber asistido a este llamado al diálogo, a la convivencia pacífica, al entendimiento y a la construcción.

San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, 22 de noviembre de 1998.



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