Este trabajo fue elaborado en 1992, cuando nada todavía permitía presagiar la insurrección zapatista de aquel enero de 1994. Se ocupa de los movimientos campesinos que existieron entre 1974, año en que se realizó el Congreso Indígena en San Cristóbal de Las Casas, y finales de los años ochenta, cuando la lucha campesina chiapaneca conocía un reflujo, en una región ahora considerada de influencia zapatista. Constituye en este sentido un rescate de las experiencias anteriores al movimiento zapatista en la región. Una característica de algunas de estas experiencias fue la influencia de grupos políticos venidos desde fuera a orientar la lucha y la organización de las comunidades campesinas.
El Congreso Indígena de 1974, la generalización de la lucha campesina en Chiapas en esos años de gran efervescencia agraria en el país y la consiguiente necesidad de apoyo, contactos, respaldos y asesoría de parte de las organizaciones autóctonas atrajeron al estado a varias organizaciones políticas de izquierda quienes mandaron asesores, brigadistas o dirigentes a las zonas en conflicto. Estos líderes provenientes de otras regiones del país y con militancia propia en organizaciones de diversas filiaciones ideológicas (leninistas, maoístas) tendrían una influencia decisiva sobre los movimientos campesinos de Chiapas, sobre sus formas de organización y los tipos de demandas que sustentarían.
Al analizar las relaciones que tuvieron en su momento los movimientos campesinos en esta región del norte de Chiapas con las organizaciones políticas nacionales y al subrayar la sobreposición de unos modelos de organización traídos de fuera -y que a su vez reflejaban las diferentes estrategias políticas de la izquierda- a los principios de identidad y las lógicas organizativas de las comunidades indígenas, el trabajo, sin menosprecio de sus logros, pone el dedo en los límites de estas experiencias. Deja entrever el surgimiento de un nuevo tipo de organizaciones agrarias, sociales y políticas en que el factor étnico constituye un elemento catalizador y estructurante y del cual el movimiento zapatista será la expresión más clara.
1. La "Organización": Simojovel-Huitiupán (1974-1978)
Llegó el tiempo que empezó una Organización.
La gente sintió que era muy bueno.
Ya se ha escrito algo sobre la experiencia de lucha de los peones acasillados de Simojovel encabezados por la CIOAC (Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos) a partir de 1979, de su lucha sindical para la obtención del registro de su sindicato (Miguel de la Cruz) y del paro laboral que mantuvieron en noventa fincas de toda la región.[1] Protagonizaron en 1983 la primera gran marcha campesina al D. F., la cual ocupó las primeras planas de los periódicos durante los meses de septiembre y octubre de aquel año.
Pero poco se sabe acerca del movimiento anterior a la lucha laboral, es decir la organización de los indígenas tzotziles y choles de estos dos municipios y de Sabanilla, los cuales, basados en su propia fuerza, enfrentaron, por primera vez en la historia reciente, a los finqueros de "horca y cuchillo" que, hasta mitad de los setenta, dominaron la región de Simojovel en condiciones tales que cualquiera que allí llegaba se veía sumido de repente en pleno medioevo: peones acasillados, castigos físicos, derecho de pernada, salarios que no lo eran, fajina,[2] sin hablar del terrible desprecio étnico de los poderosos ganaderos y cafeticultores de aquellas latitudes hacia "la indiada", cuya vida valía menos que la de una de sus vacas. Ésta era la realidad en Simojovel en esos años.
Siglos de dominación económica, social e ideológica, donde el peón no podía levantar la vista ante el "patroncito", dueño de él, de su mujer, de sus hijos y de su trabajo, fueron desafiados por estos campesinos tzotziles unidos en la "Organización". Así de simple el nombre, no había otra, era La Organización, la suya, esperanza de cambiar el estado de las cosas.
Este nacer de la conciencia se debió en parte a la labor previa y posterior al Congreso Indígena, en el que participaron representantes de la zona (tzotzil), y a otras experiencias como la Escuela de Desarrollo Regional del INI y una Escuela de Teatro Rural que proporcionaron los primeros elementos de formación política a algunos jóvenes hijos de ejidatarios de la zona.[3]
En 1975, asistieron a un curso sobre derecho agrario en la ciudad de México y, al regresar a sus comunidades, plantearon la necesidad de compartir sus conocimientos: siete comunidades enviaron representantes al curso: Lázaro Cárdenas, Emiliano Zapata, Azufre, Santa Catarina, Rodríguez Cano, Ramos, Pauchil (peones posesionados de tierras de la finca Covadonga), y estos siete a su vez volvieron a sus comunidades a enseñar a los demás. Esto trajo un cambio en las comunidades donde, tradicionalmente, "la costumbre era que los jóvenes no hablaban, sólo los viejitos".[4]
Ahora los jóvenes trataban de persuadir a los demás de la necesidad de organizarse para mejorar las cosas. Se vio la posibilidad de tramitar varios problemas agrarios, entre otros la restitución de una parte de las tierras del ejido Lázaro Cárdenas, en posesión del finquero Mariano Ruiz, y otras peticiones de ampliaciones y dotaciones de tierras de las fincas por parte de los peones acasillados.
Los trámites legales habían languidecido durante treinta años: "vimos la forma de que unidos se podrían solucionar nuestros derechos que eran legales".[5]
El curso sirvió para unirse y ver que tenían problemas agrarios en común. Los comisarios ejidales eran quienes encabezaban oficialmente la presión para la solución de los problemas: "se vio la necesidad de juntar las autoridades ejidales para que juntos exigieran las entregas de las tierras en una sola acta diciendo que si no resolvían, nosotros íbamos a tomar las tierras. Ni así hicieron caso".[6]
Las asambleas de las comunidades iban creciendo, se juntaban hasta seiscientos campesinos: "No había nadie de fuera que ayudara, puros comisariados".[7]
Se añadieron a las asambleas los peones de algunas fincas del municipio de Sabanilla que pedían mejoras salariales además de su pedazo de tierra; estas demandas laborales no tenían nada de una lucha de tipo sindical porque "no tenían ni idea qué era eso". Las comunidades asistentes seguían aumentando. Los jóvenes activistas, todos ellos oriundos de la región, la recorrían para atraer ejidos y peones acasillados a la Organización.
Los trámites agrarios se realizaban por comisiones cuyos integrantes se turnaban y tenían la obligación de informar a toda la comunidad de sus avances; se trataba de evitar todo intento de descabezamiento de la Organización. Conocían en efecto la experiencia de la comunidad de Venustiano Carranza, en los valles centrales, donde se había matado o comprado a varios de los dirigentes visibles de la Organización, y no querían caudillos.
Ante la falta de respuesta de las autoridades a sus numerosas vueltas a la Delegación Agraria, los campesinos decidieron llevar a cabo su primera acción: la recuperación de las tierras del ejido Lázaro Cárdenas en manos del finquero Mariano Ruiz: la toma de las ciento noventa hectáreas se llevó a cabo el 5 de junio de 1976 y a ella asistieron representantes de todas las comunidades. El cafetal recuperado se cultivó en colectivo. "Había rumores que iba a entrar el ejército, se le esperaba sin miedo."[8]
Ante la amenaza de represión, las comunidades participantes en la Organización reforzaron la vigilancia y el sistema de seguridad para avisar de cualquier posible avance de la tropa hacia la zona alta, donde se encuentra la mayoría de los ejidos.
La segunda acción planeada de antemano fue la invasión de quinientas hectáreas de la finca Covadonga por parte del ejido Jardín. Se llevó a cabo en octubre de 1976, de nuevo con el apoyo de todas las comunidades. Ante tal fuerza y a pesar de las presiones de los finqueros, tampoco hubo represión.
En febrero de 1977, Mariano Ruiz quiso cosechar el café cultivado por los campesinos en las tierras que habían recuperado; llegó acompañado de veinticinco pistoleros. Los campesinos rondaron silenciosamente la casa y, mientras el finquero se hacía de palabras con una comisión mandada para hablar con él y los amenazaba, lograron desarmarlo, lo amarraron y se lo llevaron a pie y descalzo hasta el ejido Cárdenas. "Estuvo tres días y entonces las autoridades empezaron a resolver el problema."
El subprocurador de Justicia del estado en persona llegó a la región y prometió solución agraria a cambio de la vida del finquero: los rumores decían que los campesinos lo habían crucificado y macheteado. Los campesinos bajaron casi todos a Santa Catarina (a orillas del río) a entregar al finquero.
Cayeron en un error porque el acuerdo era que se firmaran papeles donde la autoridad prometiera que no iba a haber represión, etcétera... pero como el subprocurador regañó a Mariano Ruiz que por qué se había ido a meter si ya tenía dinero, la gente se emocionó y se olvidó de los papeles.[9]
El subprocurador se comprometió a legalizar las tierras ocupadas y, en efecto, en mayo llegó un ingeniero a hacer las mediciones.
Esta victoria provocó que los campesinos decidieran invadir otras tierras sin atenerse a lo planeado, es decir, rebasaron la dirección de la Organización: "Como les gustó a la gente, ya no esperaron la planeación, era tiempo de milpa, se metieron todos".[10]
Los ejidos tomaron las tierras solicitadas como ampliaciones. Los peones acasillados de varias fincas como Xoc y Pauchil se rebelaron contra el patrón y se posesionaron de las tierras. Al tomar todas las tierras a la vez no pudieron prestarse la asistencia mutua que había funcionado entre ejidos: por ejemplo, Azufre y Santa Catarina se pelearon por una fracción de terrenos situada entre ambos. El problema se resolvió gracias a un acuerdo de la mayoría y con base en la antigüedad. Las fuerzas se dispersaron, el movimiento se debilitó.
Ante esta situación un tanto caótica y sintiéndose rebasados y sin la capacidad jurídica y legal suficiente para enfrentar las negociaciones, algunos dirigentes decidieron pedir asesoría legal a la CIOAC. Se firmó así un convenio de asesoría legal para asuntos agrarios, en el entendido de que la Central no se inmiscuiría en la vida orgánica de la Organización.
El levantamiento general provocó la reacción de los finqueros y las autoridades. Para ese momento, hacía ya muchos meses que la cabeza de los dirigentes naturales de la Organización tenía precio y, si no habían sido asesinados, era porque no se les ubicaba ni conocía físicamente, pudiendo inclusive pasearse en la cabecera municipal sin ser reconocidos. Después de las invasiones generalizadas, las presiones de los finqueros sobre las autoridades para que "metan en cintura a estos indios alzados" se recrudecieron. La asociación ganadera reunió un millón de pesos para entregárselo al jefe militar de la XXXI Zona. Se rumoreaba que el ejército iba a entrar.
Las más altas autoridades estatales presionaron a los representantes de los ejidos para que desalojaran los predios ocupados. A fines de abril, en una reunión, prometieron resolver algunos casos agrarios en el mes de mayo. Como no cumplieron, no se desalojaron las tierras. A raíz de sus promesas, surgieron sin embargo conflictos entre algunos grupos de solicitantes ejidatarios y de peones.[11]
El 10 de junio de 1977, mientras la Organización estaba reunida en el ejido Jardín, el ejército, apoyado por helicópteros, entró a desalojar las invasiones. La represión desatada fue sumamente violenta, sobre todo contra los peones que habían tomado las tierras de las fincas: quema de casas (San Isidro), saqueos, golpes, dos campesinos tirados al río desde un helicóptero, campesinos llevados presos a Cerro Hueco, los peones de Chanival y Pauchil (finca Covadonga) concentrados en Simojovel y encerrados en la escuela para obligarlos a aceptar tierras en la zona cañera de Pujiltic, en los valles centrales. Los peones de Naquem se refugiaron en el ejido Zapata y la finca fue ocupada por judiciales y pistoleros.
Los dirigentes lograron evadir el cerco militar en la noche y fueron a pedir ayuda a la CIOAC y al Partido Comunista. Este partido apeló al secretario de Gobernación, Jesús Reyes Heroles, y le solicitó que el ejército saliera de la zona.
Un representante de la CIOAC negoció con las autoridades de Tuxtla y aceptó el traslado de parte de los peones de Pauchil y Chanival a Pujiltic (donde formaron un ejido del mismo nombre) y de la finca Xoc a la zona de Marqués de Comillas en la selva, en contra de la voluntad de los dirigentes de la Organización, lo cual llevó a una ruptura con esta Central, que, a la postre, salió de la región después de la represión. "Cuando la CIOAC aceptó que se los llevaran, la gente se empezó a desanimar que por qué, si era una organización de campesinos, aceptaban esto."[12]
A la represión y las tensiones derivadas de la posición de la CIOAC se sumaron los crecientes conflictos entre campesinos y las amenazas hacia los dirigentes cuyos nombres buscaban los finqueros incitando a sus peones a la delación.[13]
La Organización sin embargo no estaba desmantelada: los ejidos no habían sido objeto de la represión (Zapata siguió trabajando las tierras invadidas), seguía habiendo reuniones para apoyar a los reprimidos. Como en la finca Naquen permanecían unos pistoleros que amedrentaban a la gente, los peones fueron a pedir apoyo al ejido Zapata; los ejidatarios rodearon a los pistoleros, los desarmaron, descalzaron y mandaron a pie a Huitiupán; todos los lugares por donde pasaban pertenecían a la Organización, por lo que nadie les ayudó y llegaron llorando.
Para salir adelante y tratar de recomponer la fuerza de la Organización, los dirigentes se pusieron en contacto con un grupo de asesores de una organización que estaba entrando en todo el estado de Chiapas en esos años posteriores al Congreso Indígena. Habían oído hablar de su experiencia de lucha en varios movimientos populares del norte del país donde se nombraban OID (Organización Ideológica Dirigente) o Línea Proletaria. Por su origen, la gente los conoció como los "norteños".
2. Los que vinieron del norte: Línea Proletaria (1977-1978)
La OID tenía todo un bagaje ideológico a partir del cual sus enviados hacían el trabajo de organización. Para entender cuál fue el impacto que tuvo la presencia de este grupo en la zona, es necesario comprender cuáles eran sus postulados.
La OID se reivindicaba como "producto de la revolución cultural proletaria china, de la revolución vietnamita y del movimiento de masas del 68 en México".[14]
Su principio rector era desarrollar una lucha de masas, donde no mandaran los líderes:
En 1968, después del movimiento estudiantil, un grupo muy grande de estudiantes y profesores y algunos trabajadores comenzaron a desarrollar una lucha diferente a todas las anteriores donde el pueblo decidiera por sí mismo y no unos cuantos de sus líderes. Sólo si el pueblo decide, se evitan las traiciones y las desviaciones burguesas. Unos compañeros sistematizaron esa idea en una línea, la línea proletaria.[15]
La Línea Proletaria se oponía entonces a lo que llamaban la línea de la socialdemocracia, donde eran los dirigentes quienes tomaban las decisiones:
La orientación socialdemócrata consiste en dar ideas y opiniones desde arriba; como si las ideas vinieran de alguien que sabe más que nosotros, que actúa como si fuera nuestro padre. Podría ser que la idea sea buena pero no nos enseña cómo la sacó [...] los líderes socialdemócratas quieren que siempre dependamos de ellos.[16]
En la Línea Proletaria, los "orientadores" (conocidos en Chiapas como "asesores") llevaban a las masas a tomar las decisiones, haciéndose preguntas pertinentes:
La orientación proletaria consiste en hacer preguntas para que nosotros mismos vayamos sacando ideas y opiniones correctas [...] Así ya no vemos a los orientadores como personas superiores a nosotros, personas que saben, porque han leído, y nosotros no. Así nosotros también aprendemos a ser orientadores. Así el pueblo ya no tiene que depender de nadie.[17]
La Organización Ideológica Dirigente era entonces esta organización de orientadores para la toma de decisiones:
Los orientadores de cada manzana se reúnen en la brigada de la colonia. La brigada es entonces la organización ideológica dirigente de esta colonia. Es ideológica porque su tarea es orientar, no tomar decisiones sobre toda la colonia. Es dirigente porque la escuela también es una organización ideológica pero no es la que tiene la dirección de las ideas [...] La tarea de la organización ideológica dirigente es orientar proletariamente (a base de preguntas y no de órdenes) a las manzanas, a las asambleas generales, a los organismos ejecutores de comisionados, etcétera...[18]
A este estilo de trabajo lo llamaban "el método de dirección en ausencia".
En cuanto a las formas de lucha, desarrollaron un método llamado "de pretextos y objetivos",[19] para ligar las necesidades inmediatas de una comunidad (como una escuela, el agua en una colonia), que serían los pretextos, con la consolidación de la organización en sí y "el fortalecimiento de la conciencia para derrotar al enemigo", que sería el objetivo verdadero de la lucha.[20]
A diferencia de los dirigentes de otras organizaciones políticas que visitaban de vez en cuando a sus agremiados, sus asesores se instalaban en las comunidades, iniciaban el trabajo desde abajo y prestaban ayuda en cuestiones técnicas, lo que les llevó a tener presencia e influencia en varias de ellas. Su trabajo se centró en los ejidos más que con los peones acasillados.
Aplicados a la práctica política en la región de Simojovel, sus postulados tuvieron como primer resultado evidente la persecución y crítica constante a los dirigentes naturales de la Organización: en efecto, consecuentes con la "línea proletaria" y el combate a la "socialdemocracia", los asesores de LP se esforzaron desde el inicio por reformar la Organización, criticando a los jóvenes que la habían estado dirigiendo y acusándolos de "socialdemócratas". Dieron así más énfasis al trabajo hacia dentro de la organización que a la resolución de las demandas de los campesinos. Esto se traducía en largas asambleas para discutir la línea y hacer la crítica de los líderes, lo cual cansó a los campesinos: "Hacían muchas críticas, se pasaban las noches haciendo juntas".[21]
Otro factor que propició el descontento de algunos sectores de la Organización hacia los "norteños" fue su táctica de “política de doble cara": así como Mao hizo alianza con Chiang Kai Chek para derrotar a los japoneses, había, según ellos, que hacer alianza con ciertos sectores del gobierno o de la burguesía y aprovecharse de ellos si se podía; este principio los llevó a rechazar el enfrentamiento con las autoridades, buscando más bien la "concertación": "Decían que había que aplicar la política de dos caras, hacer amigos a los comerciantes, al presidente municipal para que no repriman, que den chance de organizarse".[22]
La táctica de "pretextos y objetivos" y la "política de doble cara" llevaron a impulsar las demandas económicas (pretextos), para, a través de ellas, ir "cercando al enemigo":
La Organización empezó a cambiar [...] venían los norteños y explicaron cómo cercar al gobierno. Dieron un curso también; decían: el gobierno es un cerro, Reforma Agraria, los judiciales, etcétera [...] y no se puede alcanzar. Explicaban en un pizarrón. ¿Cómo entrar con el gobierno? ¿Vamos a entrar o quedar en la puerta? [...] Los norteños, para organizar a la gente, solicitaron Conasupo para ir cercando el gobierno. Conasupo resolvió. Ahora ya hay. Después, se empezó a solicitar el plan roya. Los norteños tenían experiencia; cuando solicitaron, rápido les dieron. Solicitaron escuelas, láminas, etcétera, y rápido las dieron.[23]
No todas las comunidades estuvieron de acuerdo y muchos sintieron que se desviaban de la lucha por la tierra, que era la razón por la que se habían organizado inicialmente: "La gente seguía en las juntas y cuando vieron que no había resultados, se desanimaron. Decían que se luchaba por la tierra pero allí no se meten, no querían asesorar. Entonces a los compas no les gustó".[24]
En agosto de 1978, a raíz del encarcelamiento de un peón de San Isidro y su familia en Simojovel, se agudizó el conflicto con LP, ya que sus asesores se opusieron en principio a que la Organización efectuara una marcha a la cabecera municipal para obtener la libertad del preso, argumentando que no había que demostrar la fuerza de la Organización;[25] por fin se realizó la marcha, después que hubieran negociado con el sargento que la dejaría entrar en Simojovel. Fue por cierto la primera marcha de los indígenas a la cabecera municipal.
Tres comunidades, entre ellas Lázaro Cárdenas, decidieron entonces romper con LP, y explicaron sus razones en un volante dirigido a las demás, donde denunciaban la "política de doble cara", la manipulación de las asambleas por el "método de la dirección en ausencia" y la falta de dureza hacia el gobierno.
Varias comunidades corrieron a los asesores. Otras (Ramos, por ejemplo) se quedaron con ellos; posteriormente formarían parte de la Unión de Uniones. Otras más se dividieron (como Emiliano Zapata).
Mientras tanto, muchos de los dirigentes naturales se habían retirado de la Organización, desgastados por la crítica: la Organización no sobreviviría a esta nueva ruptura y al descabezamiento de sus líderes naturales:
Empezamos a discutirles y argumentarles que no pueden ser amigos de un comerciante, un presidente municipal que también es terrateniente; sacamos volantes, pasamos a las comunidades y así los vamos sacando y terminaron ellos peleando contra los comisariados ejidales, atacan a los dirigentes de las comunidades que fueron saliendo de la lucha desanimados; tumbaron a los mejores compañeros, en el Azufre, El Calvario, etcétera...[26]
A la falta de dirección se añadió el cambio de los comisariados ejidales que habían sido sostén de la lucha; varios de los nuevos comisariados ya no quisieron apoyar; las contradicciones internas en los ejidos se agudizaron:
Cuando cambiaron los comisariados ejidales, algunos ya no quisieron la lucha y cumplían lo que el gobierno decía; entonces la gente acabó con la Organización. Algunos que participaban se volvieron en contra. El gobierno empezó a dar regalos, picos, palas, algunos se lo creyeron de nuevo. Ya no había dirección, se fue acabando y se veían los problemas porque, por más que se tengan las tierras, sigue la explotación peor; entonces la gente dijo que con pura política no se resolvían los problemas.[27]
Además, los precios del café cayeron ese año y la experiencia de trabajo en común realizada en Lázaro Cárdenas fracasó al no encontrar buen mercado para el producto.[28]
En resumen, en Simojovel, la OID quiso modificar la forma de la organización existente, adaptándose a lo que era su concepción de una organización democrática popular y trasladando un modelo de inspiración populista, así como sus experiencias en el movimiento urbano y popular del norte del país, a la zona indígena de Chiapas; logró con ello el descabezamiento de los dirigentes naturales. Dio más énfasis a los aspectos formales e internos de la Organización, que originaron largas discusiones ideológicas, que al enfrentamiento con los terratenientes que habían sido el enemigo del movimiento; en cuanto al tipo de demanda, por cuestión de estrategia política, se derivó la lucha por la tierra hacia las demandas económicas, lo cual fue más claro en las comunidades que permanecieron en LP.
Al apagarse la Organización, y con el cuestionamiento a los "norteños", el terreno estaba fértil para el regreso de la CIOAC, el cual se dio en 1979.
3. La lucha sindical: la CIOAC (1979-1983)
La CIOAC había abandonado la región en 1977 pero no el estado de Chiapas, donde tenía presencia en la zona cañera de Pujiltic (municipios de Venustiano Carranza y Socoltenango), a donde habían sido trasladados los peones de Pauchil y Chanival. En 1979, regresa a Simojovel a través de dirigentes venidos ex profeso desde la ciudad de México, ya no para respaldar a una organización existente, sino para crear la propia, aprovechando el conocimiento de la región y los contactos anteriores.
Como su nombre indica, la Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos pretende defender en primer término los intereses de los obreros agrícolas: "un punto de primer orden en nuestras preocupaciones organizativas ha sido y es la lucha por la organización sindical de los proletarios del campo".[29]
Ello corresponde a una posición política -reflejada en la discusión académica de aquellos años sobre el papel revolucionario o no del campesino y el carácter de la lucha por la tierra- que considera al proletariado como la única clase con potencial revolucionario, calidad que no se le concede al campesinado.
Quizá sea tiempo de poner por escrito lo que muchos sabemos y otros intuyen, es decir que el fondo del debate y el parteaguas entre ambas posiciones, la campesinista y la descampesinista, correspondía a concepciones distintas acerca de la estrategia política en la lucha por el socialismo. De alguna manera, en el campo de los descampesinistas se encontraban intelectuales más afines a la línea del Partido Comunista Mexicano mientras que en el otro bando se encontraban los "populistas" y "maoístas".[30]
La CIOAC, central campesina cuyos cuadros eran militantes del Partido Comunista, inscribía su práctica política dentro de la tendencia que veía en el proletariado agrícola una clase con capacidad revolucionaria, lo que la llevó a impulsar la lucha sindical en primer término:
el proletariado agrícola [...] es la principal fuerza productora de riqueza en el campo, la que puede convertirse en eslabón de unión entre la clase obrera y los campesinos: la fuerza, por tanto, que hay que organizar sindicalmente para que exprese su potencial revolucionario y su papel histórico en los cambios democráticos del país.[31]
En Pujiltic, la CIOAC había intentado formar un sindicato de cortadores de caña, intento que no cuajó ya que los cortadores temporales no hicieron suyo el proyecto.[32]
En 1979 regresa a Simojovel para impulsar un movimiento laboral con los peones de las fincas cafetaleras:
existían condiciones propicias para una lucha de carácter sindical como el hecho de que en las fincas cafetaleras laboraba un número importante de trabajadores permanentes (peones acasillados) que eran sometidos a una sobreexplotación vía trabajo semiservil con jornales miserables y que sólo consumían productos en la tienda de raya de los patrones.[33]
Como vimos anteriormente, en la Organización habían participado peones acasillados. Exigían mejores condiciones de trabajo, pero, por encima de todo, buscaban obtener tierra para trabajar: en 1977, se rebelaron contra los patrones y tomaron parte de las fincas. No tenían la idea de constituir una organización laboral: esta idea la trajeron los dirigentes de la CIOAC.
Conviene aclarar que, aun cuando los peones acasillados estaban conscientes de sus condiciones de sobreexplotación, no tenían la misma claridad sobre la necesidad y la manera de construir una estructura de tipo sindical para luchar por sus intereses. Esta idea fue impulsada desde afuera por la dirección y militantes de la CIOAC.[34]
En octubre de 1980 se decidió la constitución de un Sindicato de Obreros Agrícolas al que se adhirieron más de trescientos peones de veintidós fincas y, para exigir su registro, se realizó una marcha en Tuxtla Gutiérrez. Las demandas del sindicato eran: el pago de los adeudos que los finqueros tenían con sus peones por años de sobreexplotación con salarios de veinte pesos por jornadas de sol a sol, cuando el salario mínimo de la zona era de doscientos pesos; pago de los días feriados trabajados, de las vacaciones que nunca tuvieron y aguinaldos, así como la contratación colectiva. Se denunciaba asimismo los maltratos, el robo de los animales y las tiendas de raya.[35] Los adeudos de los patrones sumaban millones de pesos.
El contrato colectivo elaborado por la CIOAC "plasmaba la decisión de los trabajadores de pasar de su condición de peón atado a la tierra a través de una parcela ni siquiera propia a la condición de obrero agrícola sin parcela pero con trabajo y salario permanente en la finca".[36]
La solicitud de registro fue negada en dos ocasiones en 1981. Para presionar, el sindicato decidió efectuar una serie de paros escalonados en treinta y seis fincas, para culminar con un paro general en mayo del mismo año. Los finqueros respondieron con presiones e intimidación. Algunos propietarios, pensando que la organización sindical debilitaba la lucha por la tierra, se sentaron a negociar y parecieron acceder a la firma de los contratos colectivos siempre y cuando se retirara el carácter retroactivo de las demandas. Después de que se le negó el registro al sindicato, se sientieron envalentonados y se retiraron de las negociaciones. Se habían dado cuenta de que, de ganar el sindicato sus demandas, arriesgaban el embargo precautorio para indemnizar a los peones. La represión se agudizó y la huelga se prolongó. Sin registro sindical que la legitimara como tal, fue asimilada por los patrones a ocupación ilegal de la tierra, y los peones fueron acusados de invasión y despojo. Como trabajadores sindicalizados en huelga, tenían prohibido laborar y cosechar el café ya maduro. Muchos de ellos no veían sin embargo la razón de no recoger este café que se estaba cayendo y que representaba un ingreso. En realidad, a pesar de la orientación de la CIOAC, los peones no dejaron nunca de aspirar a la tierra: "No teníamos cómo comprobar que éramos un sindicato; de todos modos, nos acusaban de invasores".[37]
La situación se estancó y se complicó por la noticia de la construcción del embalse de la presa Itzantún, que inundaría gran parte de las tierras bajas de la zona.
El gobierno chiapaneco había promovido, desde 1980, la compra de terrenos por parte de los campesinos como vía para evitar las afectaciones. Ante el estancamiento del movimiento, algunos dirigentes de la CIOAC aceptaron la compra-venta de las fincas en copropiedad con el gobierno, argumentando que después de tres años de desgaste se tenía que aceptar esta solución y que después se vería si se pagaba o no. Esta decisión vertical, que no fue discutida en asamblea, rompió el proceso organizativo de la Central y creó una división en su seno, la cual agravó el empantanamiento.
La CNC aprovechó la situación y prometió la dotación de las tierras. Veintidós de las cincuenta fincas que en ese momento militaban con la CIOAC se pasaron a esta organización. Muchos de los comités de la CIOAC, asesorados por los dirigentes, firmaron el convenio de compra-venta; algunos se negaron a comprar lo que era de ellos, rompieron con la CIOAC y procedieron a tomar las tierras. Estos últimos grupos, que tenían contacto con la comunidad de Venustiano Carranza desde los años de la primera Organización, formarán con esta comunidad y otras de Villa de las Rosas y Teopisca la Coordinadora Provisional que posteriormente dará nacimiento a la Organización Campesina Emiliano Zapata (OCEZ).
La realidad tiene la cabeza dura: la CIOAC terminó por adoptar la vía agraria. "A partir de agosto de 1982, se consolida la combinación de la lucha sindical con la agraria, al constituirse en todas las fincas comités particulares ejecutivos con el fin de solicitar las tierras en las que los trabajadores han nacido."[38]
La cuestión agraria no está todavía solucionada en la región: si bien los patrones, presionados por el movimiento de los peones y la perspectiva de expropiación para la presa Itzantún, han accedido a vender sus fincas a través del Programa de Rehabilitación Agraria, surgido como respuesta del estado a la gran marcha de los campesinos de la CIOAC al D. F. en 1983, y la han vendido hasta dos veces (a la Comisión Federal de Electricidad y a la Secretaría de Reforma Agraria), los campesinos no tienen todavía la posesión definitiva de los terrenos que ocupan desde 1982. El gobierno ha provocado también enfrentamientos entre ellos, principalmente a través de la CNC, al dar a un grupo las tierras ocupadas por otro y al favorecer a la central oficial.
En síntesis, la CIOAC importó a la región un tipo de demanda, la laboral y sindical, que no era sentida realmente por los peones indígenas de las fincas, los cuales a fin de cuentas vieron en ella un instrumento para obtener la tierra que anhelaban. Cabe resaltar que los ejidos que levantaron el primer movimiento, el de la Organización, quedaron distanciados de esta etapa de la lucha en la región y no volvieron a participar en ella.
En cuanto a la estructura organizativa, la CIOAC importó el modelo de partido vertical centralizado con comités locales, comités regionales, comité ejecutivo estatal y sus respectivos secretarios (secretarios generales, de organización, etcétera). Tiene representación oficial, con local y recursos propios, en la capital estatal. Esta estructura vertical formal, opuesta a la "línea de masas", favoreció la toma de decisión vertical también, y la negociación por parte de los dirigentes sin participación de las bases, lo que le fue criticado.
Los primeros comités estuvieron integrados por los dirigentes que llegaron desde afuera. A partir de 1983-1984, fungieron como secretarios los cuadros locales del movimiento, es decir indígenas de la región. Al incorporar a estos líderes indígenas dándoles cargos en las oficinas de la ciudad, poniendo a su disposición dinero para "comisiones" y otros recursos, se les aisló de sus bases sociales que ya no los podían controlar y a las cuales no se veían obligados a rendir cuentas: existían quejas frecuentes de que ya no se paraban a visitar las comunidades. En una palabra, se les desarraigó de su territorio y de su ámbito para sumergirlos en el medio urbano. Ello propició el alcoholismo, la corrupción y de allí, en múltiples casos, la cooptación por el gobierno.
Conclusiones
1.
Las organizaciones políticas nacionales penetraron en la región sin prestar la debida atención a la organización autóctona ya existente, ni a las demandas originales de los campesinos, ni a sus formas propias de funcionamiento, de decisión y de liderazgo, ni a su característica étnica. Llegaron, llenos de buena voluntad, con espíritu misionero y proselitista pero faltos de receptividad.
2.
Los modelos organizativos traídos por estas organizaciones desde afuera a la región de Simojovel han fraccionado, a lo largo de los años, el movimiento campesino en diferentes grupos: los que ya no participaban, los que seguían con LP, la CIOAC, la OCEZ, la CNC y, por último, Antorcha Campesina, que penetró a la región en 1987 y ha manifestado en varias ocasiones su apoyo al PRI, al que pertenece a nivel nacional.
El sectarismo, las rencillas acumuladas, la pugna de un modelo contra otro modelo, han dificultado la unión del movimiento y su adaptación a la cambiante realidad política.
3.
Sin embargo, por ser tipos de organización y hasta demandas externas a los interesados, no han permeado del todo la conciencia de los campesinos indígenas: es así que la lucha laboral terminó peleando las tierras. Es por ello también que en la región de Simojovel, a comienzos de los noventa, por encima de los diversos modelos organizativos y a menudo a pesar de los dirigentes, ha prevalecido la solidaridad entre campesinos, como en los tiempos de la Organización, y se ha dado un proceso de alianza de los campesinos (de la CIOAC, OCEZ y hasta CNC) contra la represión.[39] Muestra de ello es el Frente Campesino Popular que, en 1992, agrupaba en su seno a miembros de las organizaciones ya citadas, además de Antorcha Campesina, en contra del ayuntamiento de los finqueros.
4.
En otro nivel de reflexión, se ve que, a menudo sin que sus miembros sepan leer o escribir, las diferencias y divergencias entre organizaciones campesinas reflejaban, a través de la mediación de la influencia de sus dirigentes, las discusiones entre las diversas tendencias de la izquierda nacional e internacional.
En este sentido, el reflujo vivido en el movimiento en los primeros años noventa y la crisis evidente de sus formas de organización anteriores eran reflejo también del reflujo de la izquierda en el mundo y de la caída de los modelos y la desaparición de los paradigmas: se vivieron la caída del muro de Berlín y la crisis de las ideologías hasta en los rincones más apartados de la montaña de Chiapas.
La aparición, en estos mismos años, de nuevas reivindicaciones, luchas, formas organizativas (entre ellas la aparición de elementos de reivindicación étnica), refleja la búsqueda de nuevas formas de participación ciudadana y democrática de parte de sectores de la nación y del mundo.
5.
Mención aparte merece el elemento étnico, el cual ha estado presente mas no explícito en el desarrollo del relato del movimiento campesino en la región de Simojovel. En efecto, en ningún caso las organizaciones políticas que apoyaron al movimiento campesino de la región llevaron a cabo un análisis del carácter indígena de la población ni de las implicaciones de este hecho para el movimiento.
Por otro lado, la Organización, si bien funcionó sobre la base de la solidaridad entre comunidades, en ningún momento expresó sus reivindicaciones y su identidad como indígenas. Creemos que ello se debe a la tendencia ideológica y teórica de la izquierda en estos años, que privilegiaba la atención a la lucha de clases. Para los militantes de izquierda, como para los antropólogos y sociólogos, el indígena era ante todo un campesino pobre. Se discutía su capacidad revolucionaria; no importaba que fuera, además de campesino, indio.
Contrasta con ello el lenguaje de nuevos movimientos campesinos surgidos en los primeros años noventa (por ejemplo, Xi’Nich), donde la reivindicación y la identificación de los protagonistas como indígenas son explícitas y donde una demanda central es el respeto a su diferencia y modo de organización propio (y, a nombre de ello, la resolución a los añejos problemas agrarios, la salida de los presos, el aumento de obras públicas, el fin de la "marginación", etcétera): ello también es reflejo de estos tiempos de globalización económica y de resurgimiento, a escala mundial, de los nacionalismos y de los particularismos regionales, y del despertar de la conciencia étnica catalizado en el aniversario de los quinientos años de la llegada de los españoles.
Bibliografía
Colectivo, "Lucha laboral y sindicalismo en Simojovel", Textual, v. 4, n. 13, 1983, pp. 77-80.
González Esponda Juan, "Simojovel de Allende: movimiento campesino y estructura de poder", Textual, v. 5, n. 20, Universidad Autónoma de Chiapas, 1985, pp. 42-48.
--- , "Movimiento campesino chiapaneco 1974-1984", tesis de licenciatura en economía, área de Ciencias Sociales, UNACH, San Cristóbal de Las Casas, 1989.
Paré Luisa, "El debate sobre el problema agrario en los setenta y ochenta", Nueva Antropología, v. XI, n. 39, 1991, pp. 9-26.
Pérez Castro, Ana Bella, "Estructura agraria y movimientos campesinos en Simojovel, Chiapas", tesis en antropología, Escuela Nacional de Antropología e Historia, 1981.
--- , "Entre montañas y cafetales (luchas agrarias en el norte de Chiapas)", Instituto de Investigación Antropológicas, Universidad Nacional Autónoma de México, 1989.
Pontigo Sánchez, José Luis, "Dinámica social y movimiento campesino en Simojovel y Huitiupán, Chiapas", tesis, área de Ciencias Sociales, UNACH, San Cristóbal de Las Casas, 1985.
"Simojovel: un sindicato de peones acasillados", Punto Crítico, n. 124, año XI, 1982, pp. 26-27.
Sindicato de Obreros Agrícolas de Chiapas, ponencia presentada en el Foro Regional sobre Asalariados Agrícolas y Sindicalismo en el Campo, San Cristóbal de Las Casas, 1983.
--- , pliego petitorio de la marcha campesina, Textual, v. 4, n. 13, 1983, pp. 77-80.
Taller de Análisis de las Cuestiones Agrarias, "Los zapatistas de Chiapas", San Cristóbal de Las Casas, 1988.
Notas:
[*] |
Universidad Autónoma Chapingo. |
[1] |
Véase: Colectivo, 1983; pliego petitorio de la marcha campesina de Chiapas, 1983; González, 1985 y 1989; Pontigo, 1985; Taller de Análisis de las Cuestiones Agrarias, 1988. |
[2] |
Pérez Castro (1981 y 1989) ha relatado este episodio de la historia de la región. Se trata de un trabajo adicional gratuito que proporcionaban los peones los domingos. Generalmente consistía en el corte de madera. |
[3] |
Pérez Castro, 1989: 95, notas 68 y 69. |
[4] |
Entrevista, abril de 1988. |
[5] |
Entrevista, ejido Lázaro Cárdenas, abril de 1988. |
[6] |
Ibid. |
[7] |
Ibid. |
[8] |
Ibid. Véase también la carta enviada a los medios de difusión donde se denuncia la presencia de setenta soldados en los ejidos de la zona. Pérez Castro, 1989: 151. |
[9] |
Entrevista, abril de 1988. |
[10] |
Ibid. |
[11] |
Pérez Castro, 1989: 160-63. |
[12] |
Entrevista, ejido Lázaro Cárdenas, abril de 1988. |
[13] |
Pérez Castro, 1989: 165-66. |
[14] |
Folleto "Contexto en que fueron publicados los folletos de la organización", octubre de 1977. |
[15] |
Folleto "Historia de la organización proletaria", Línea Proletaria, n. 1, junio de 1977. Se respetaron los subrayados del texto original. |
[16] |
Folleto "Qué es la Línea Proletaria", Línea Proletaria, n. 3, junio de 1977. |
[17] |
Ibid. |
[18] |
Ibid. |
[19] |
Folleto "Contexto en que fueron publicados...", op. cit. |
[20] |
Folleto "Qué es la Línea Proletaria", op. cit. |
[21] |
Entrevista, ejido Lázaro Cárdenas, abril de 1988. |
[22] |
Entrevista, San Antonio Naranjal, octubre de 1986. |
[23] |
Entrevista, ejido Ramos, abril de 1987. Además de la experiencia, tenían relaciones privilegiadas con altos funcionarios e instituciones como Conasupo. |
[24] |
Entrevista, ejido Lázaro Cárdenas, abril de 1988. |
[25] |
"Un dirigente jamás debe exhibir toda su fuerza", Folleto "Historia de la organización...", cit. |
[26] |
Entrevista, San Antonio Naranjal, octubre de 1986. |
[27] |
Entrevista, ejido Lázaro Cárdenas, abril de 1988. |
[28] |
Pérez Castro, 1989: 167, y entrevistas, abril de 1987. |
[29] |
Folleto de la CIOAC,"Por un combativo V Congreso Nacional". Véase también Paré, 1991: 15: "Si bien es cierto que, en 1975, cuando la CCI se transforma en CIOAC, en los documentos de su V Foro parece tomarse demasiado al pie de la letra los planteamientos que sostienen que la contradicción principal en el campo es ahora la que opone a los asalariados con el gran capital y, por lo mismo, la demanda principal las reivindicaciones laborales de los obreros agrícolas". |
[30] |
Paré, 1991. |
[31] |
Folleto de la CIOAC, op. cit. |
[32] |
Colectivo, 1983: 78. La CIOAC formó en Pujiltic la Unión de Cañeros 28 de Septiembre, que agrupaba en su seno a los ejidatarios cañeros en su lucha contra el ingenio. |
[33] |
Ibid.: 77. No es aquí el lugar para relatar esta lucha de los peones contra sus patrones: el tema es demasiado amplio y ha sido tratado en otros trabajos (véase nota 1), aunque falta todavía hacer el rescate pormenorizado de este movimiento que terminó abarcando una muy amplia región, pues a los municipios de Simojovel y Huitiupán se añadieron los de El Bosque, Bochil y Pueblo Nuevo Solistahuacán. Gracias a esta lucha, el sistema de peonaje ha prácticamente desaparecido de la región y las fincas están, en gran parte, en manos de los que las habían venido trabajando durante generaciones. Retomaremos solamente los elementos que se relacionan con nuestro propósito. |
[34] |
Colectivo, op. cit. |
[35] |
Demanda de los peones de la finca Cacaos ante la Junta Local de Conciliación y Arbitraje de Chiapas, diciembre de 1981. |
[36] |
Colectivo, op. cit.: 76. |
[37] |
Entrevista, San Antonio el Naranjal, octubre de 1986. |
[38] |
Colectivo, op. cit.: 79. Véase también Paré, op. cit.: "... pronto la realidad misma la [a la CIOAC] obligó a mantener un abanico de demandas correspondientes a la compleja y multifacética situación del campesinado". |
[39] |
Taller de Análisis de las Cuestiones Agrarias, 1988: 62.
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